A 5 minutos del Hotel se encuentra Conímbriga, que habría sido habitada desde el Neolítico, y que tiene una presencia humana segura en el Calcolítico y en la Edad del Bronce, tiempos que han originado los testimonios más antiguos que han llegado hasta nosotros. Es cierto que los Celtas han estado aquí: los topónimos que terminan en «briga» son un claro testimonio de su presencia. Por lo tanto, Conímbriga era un castro cuando los romanos llegaran aquí en 138 a.C. y tomaron el oppidum.

El conjunto de las Ruinas de Conímbriga, del Museo Monográfico construido en sus inmediaciones, y del Castellum de Alcabideque, constituye un complejo arqueológico masivo que permite reconstruir una importante célula del Gran Imperio Romano. Junto con Mirobriga (Santiago do Cacém) e Tongobriga (Freixo, Marco de Canaveses), forman el gran triángulo de la memoria Romana en Portugal.

La grandeza y el pragmatismo de la arquitectura romana están bien representados en Conímbriga, así como la superioridad de su acción civilizadora, que se eleva desde los detalles más diversos de la vida cotidiana. Puesto que, como el texto anterior ha aclarado, habría estado habitado desde tiempos muy tempranos, la fundación de Conímbriga y la mayoría de los edificios erigidos allí se remontan a la época del Emperador Augusto (siglos I a.C. – I d.C.).

Iniciadas en 1928, las excavaciones arqueológicas han descubierto una parte muy importante del diseño de esta ciudad, lo que permite a los visitantes de las Ruinas comprobar una laboriosa planificación urbana que satisface todas las necesidades: el foro, el acueducto, los distritos comerciales, la industria y vivienda, una posada, varios balnearios, el anfiteatro, los muros de circunscripción y defensa de la ciudad. De este conjunto, se destaca un barrio de casas señoriales ricas – que es diametralmente opuesto a las plebeyo insulae por la complejidad de su construcción y refinamiento decorativo – donde se destaca «La Casa de las Fuentes», de gran peristilo con jardín y pavimentado con mosaicos policromados, conservados in situ, mostrando motivos mitológicos, geométricos, o simplemente representando lo real cotidiano.